lunes, 9 de marzo de 2009
MUCHOS 12 DE ENERO, UN DICTADOR Y CUATRO REVOLUCIONARIOS Por Bolívar Beltre
El terror recorría las calles de Republica Dominicana. En Palacio un presidente impartía las órdenes: hay que matarlos, hay que borrarlos, hay que aniquilarlos. Pero ellos resistían. Se les acusa de los crímenes más atroces, pero el pueblo no lo creía. No podía creerlos. Jóvenes como ellos solo podían ser portadores de los mejores intereses nacionales. Y ese era precisamente su crimen.
Joaquín Balaguer Ricardo y su gobierno no dormían tranquilos al saber que jóvenes patriotas surcaban con sus ideas los sentimientos de libertad. Cualquier cosa se le permitiría, menos esa. Que se perdieran en la corrupción, no les importaban. Que consumieran y traficaran con drogas, menos. Que crearan bandas en los barrios para repartirse los territorios, incluso. Que vistieran estrafalariamente y asumieran como modo viven di el “American way of Live” mejor seria. Pero no. No eran de esos tipos de jóvenes. Estos eran portadores de un futuro mejor, estos creían en la redención de su patria. Estos jóvenes aman a su pueblo de todo corazón y sufrían en carne propia el látigo que golpeaba violentamente las espaldas de los trabajadores. A estos jóvenes les preocupaba la penetración cultural extraña. Eran jóvenes revolucionarios.
Amaury German Aristy, Virgilio Perdomo Pérez, Ulises Ceron Polanco y Bienvenido Leal Prandy no solo amaban su patria, eran la patria misma, pues resumieron en su corta vida el coraje y heroísmo con que la historia a matizado a los dominicanos; pero los verdaderos dominicanos, no a los que siempre han vivido en la oscuridad, no a los que han usado el robo de los recursos públicos como su seña y divisa, no a los que han esparcido con sañas las garras de la muerte.
Al igual que otros héroes y mártires, desafiaron el terror balaguerista de los 12 años. Ese fue su pecado y Balaguer no lo perdonaba. La ira del terror de estado les persiguió por todas partes. El propio Balaguer dirigía desde palacio, como diestro titiritero, los hilos de una muerte a los que estaban condenados. La vida de este gobernante dependía de la sangre de jóvenes revolucionarios.
Estos cuatro revolucionarios supieron resistir con valentía la persecución y cuando las fuerzas militares y policías sedientas de sangres les ubicaron, entonces si se supo lo que es el valor de un revolucionario. Los vientos Quisqueyanos contaran de por siempre esta historia.
Cuatro hombres y de ellos a penas dos resistieron por mas de 12 hora los feroces ataques de mas de 8 mil soldados y policías, decenas de asesores norteamericanos. Contra ellos se usaron tanques de guerras, bazookas, aviones bombarderos y de reconocimientos, helicópteros con miras infrarrojas, cañones de cortos, medianos y largos alcances bajo el mando de los generales en jefe de la Fuerza Aérea, Marina de Guerra, ejército Nacional y Policía Nacional. Durante 12 largas horas los mantuvieron a rayas provocando innumerables bajas a las fuerzas del gobierno.
Cuanto valor y orgullo nacionalista concentrado en tan solo cuatro hombres y cuanta cobardía concentrada en tantos generales y gobernantes.
Finalmente, las fuerzas del terror y el crimen se impusieron militarmente. Pero no vencieron. Para vencer tenían que por lo menos igualar el valor y el coraje. Y eso no era posible, pues solo las causas justas y los ideales de un mundo mejor pueden provocar que hombres brinden sus vidas con sonrisas en los labios saludando la llegada de la nueva aurora que por los horizontes un día surgirá.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario